miércoles, 9 de enero de 2013

¡Dios te ve!


¡Muy buenas a todos!
Antes de empezar, muy feliz año nuevo, espero que hayáis tenido unas buenas fiestas y que os hayan traído muchas cosas los reyes.
Bueno, para hoy os voy a pedir que os trasladéis a mediados del siglo XIX, donde en Europa había comenzado la época victoriana (por la reina de Inglaterra Victoria, que por cierto siempre me he preguntado que pasaría si la reina se hubiera llamado Ana), lo cual, resumido muy muy mal, fue la época mas sumamente aburrida que vivió Europa, el canon se convirtió en la persona casta, educada y que no llamaba mucho la atención (os he dicho que era aburrida).

Tipica familia victoriana
Muy animados todos como vereis

 Bueno, una vez situados, viene lo “divertido”, el sexo por esta época era algo que aparte de solo deber existir dentro del matrimonio (lo de deber es importante, ya que prostíbulos haber había, y los dueños desde luego no pasaban hambre) era un tema muy tabú, se veía como algo “sucio” meramente orientado a la concepción de nuevas generaciones y bastante separado del placer (si no os parece ya aburrida esta época…no se que mas necesitáis). Por lo tanto, os podéis imaginar cual era la postura hacia el onanismo (o masturbación como lo llaman en mi barrio), todos habréis escuchado eso de “no te toques ahí que te salen granos y te quedas ciego”, bueno, en esta época iba un poco mas allá, la masturbación era una practica de psicópatas, una enfermedad que por lo tanto necesitaba tratamiento y es aquí cuando llegamos al culmen de la imaginación humana en asuntos de joder al prójimo y se inventan dos bonitos aparatos que me dispongo a mostraros:


El primero de todos, al cual he tenido el placer de bautizar “El yelmo del caballero colgante” (y perdón por ser soez),  supongo que intuís como funciona, simplemente se le ponía al agraciado infante en sus partes intimas (creo que no hace falta que explique que parte va en que sitio) y ala…a ver quien es el valiente que tiene una erección con eso puesto, simple y sencillo, además con el detalle del simpático inventor de poner un orificio para poder ir al baño sin tener que usar destornilladores.



Este es el segundo pero no menos doloroso aparato, al cual también me he permitido el lujo de bautizar como “aaaaaaaarrrrrggghhh”, debido a la reacción que todo hombre tiene cuando lo ve. Estaba orientado principalmente para evitar las poluciones nocturnas (eyaculaciones durante el sueño) que pudieran sufrir los niños y funciona de la siguiente manera: El aro interior, el mas  pequeño, se introducía en el pene del niño hasta la base del mismo y ya estaba listo para irse a dormir, en caso de que durante la noche, nuestro torturado infante tuviera una erección, el aro interior y mas pequeño iba dando de si hasta que llegaba al aro exterior y mas grande, en el cual se aprecian unos simpáticos pinchos que, al chocar con el pene, hacían de la erección algo del pasado en un breve lapso de tiempo (imagino, porque eso es un cortarollos en toda regla).

Bueno, de momento eso es todo, se que hay poco, pero no os imagináis lo complicado que es buscar temas relacionados con  el onanismo en google y encontrar contenido para menores de 18 años.

Ya que he estado todas las navidades de vacaciones, este fin de semana os traeré una nueva entrada, así que hasta entonces. Una vez mas, este contenido pertenece a Historia de la Psicología, así que muchas gracias al profesor de la misma!

¡Pasarlo bien!